Mafalda

Mafalda
Hoy quiero vivir sin darme cuenta

jueves, 6 de enero de 2011

En este momento

Existe a veces tanta autodestrucción en nosotros que olvidamos que las manifestaciones que presenta nuestro entorno dependen de nosotros mismos, de cómo es que llevamos nuestras dificultades o problemas al exterior, y como es que vemos la vida a nuestro alrededor.
Y aunque veces no es fácil ponerle una sonrisa al día porque la depre no te deja o simplemente porque no encuentras un motivo para hacerlo, recuerda que siempre puede llegar un día de esos en que como diría Mafalda –hoy quiero vivir sin darme cuenta- y una gran sonrisa salga de tus labios. Porque a veces no importa si eres gordo o delgado, blanco o negro; al final, en la soledad, estarán tu y tu alma pensando en porque no te diste ese pequeño placer: un chocolate, una sonrisa, un beso…
Quizás los efectos del jarabe para la tos y una canción de lo mas optimista, es lo que me inspiro a pensar así. Que una sonrisa puede cambiar tu mundo, te puede cambiar a ti.
Es como un círculo vicioso lleno de alegría y de amor; tú le regalas una sonrisa a alguien y ese alguien a otra persona y así sucesivamente. Es bellísimo. Seria tan utópico como encontrar asiento en el metro Hidalgo a la hora pico.
Olvida ya lo que paso: Ya lo pasado, pisado. En fin no arreglaras los errores que has cometido, simplemente puedes evitar cometer algunos mas. La autodestrucción es eso, destruirte tu solito; te juzgas por ser gordito o por ser flaquito, por no seguir la dieta o por ya no ir al gym. Pero que importa si dentro de ti existe tanto para dar.
Cierto, a veces no aprendemos a ver mas allá de nuestra pequeña nariz pero de vez en cuando si te asomas y eres lo suficientemente hábil, encontraras una gran sonrisa esperándote, allá, afuera de tu mundo.

Mala semilla… mala hierba.

Hace algún tiempo alguien cuyo propósito era desmentir mi teoría sobre los motivos que originaron mi nacimiento, me dijo que todos somos producto del amor, aunque sea por un instante, ya que por un momento nuestros padres andaban cariñositos.
Yo digo que más allá del simple deseo carnal existe un Dios que nos ha pensado con amor. Soy cristiana, ósea que para mi Jesús es lo máximo. Se que el nos moldea y piensa con amor.

Más allá de lo que cada uno piense o crea, a todos nos une un puente construido por amor y temor a lo mismo: la soledad.
No importa si eres gay o hetero, casi siempre estamos todos en busca de aquel o aquella que quiera compartir una vida con nosotros, que tenga sueños en común, que comparta el amor.

Normalmente después de un divorcio una mujer queda devastada, (quiero aclarar que no es que a los hombres no les pase, pero por ser mujer, hablo de lo que se) pensando en que no sirve para esa tarea para la que fue aleccionada toda su vida. Ser esposa.
Una amiga cercana a mi madre, sufrió un divorcio en épocas recientes, y por el rotulo con que lo conocen los abogados se trata de un divorcio sin complicación ya que no hay hijos en el matrimonio; ósea que no hay nada mas que corazones rotos e inmuebles que repartir. Aun así a la amiga de mi madre le queda la satisfacción de haber dado los mejores años de su vida a un hombre que amo. Ella me contaba que cuando haces un trabajo te tiene que gustar, lo tienes que disfrutar y también lo tienes que aprovechar, y es eso lo que ella hizo con su matrimonio, lo disfruto, lo gozo y también obtuvo ganancias pero las perdidas las tuvo el corazón. Decía que no importaba que estuviera sola, y creo que algo muy importante que ella me dijo fue que el miedo a quedarnos solos es sinónimo del miedo a conocernos tal y como somos, sin censura. Porque en la soledad tienes tiempo de analizarte, de encontrar caminos en ti que nunca pensaste que ahí estuvieran.

Pero al final del camino hay una recompensa: el bienestar total.